El Reto del Bienvivir
Rafael Calbet Carrillo
4/16/20182 min read
El Bienvivir no significa pretender estar bien y sentirnos felices todo el tiempo. Esa pretensión es imposible porque la vida se compone, queramos o no, de buenos y malos momentos.
Introduzco este concepto nuevo para diferenciarlo del Bienestar. La gran diferencia radica en que este último es una sensación interna, pero provocada por eventos externos. Sin embargo, el Bienvivir es aprender a vivir de dentro hacia fuera, a pesar de lo que ocurra. Esto no significa que la realidad no nos afecte, por supuesto, pero sí que no nos condicione ni nos esclavice.
Para lograrlo, todo empieza por la Aceptación de la realidad. Lejos de parecerse a la resignación, la Aceptación es la única forma de gestionar lo que ocurre desde el poder que sí tenemos. Por eso la escribo con mayúscula. Es el inicio de todo.
Esta se manifiesta en tres frentes: pasado, presente y futuro. Aceptar el pasado implica poner paz donde antes había dolor, resentimiento o victimismo. Ese afán va a requerir siempre cultivar el arte de saber cicatrizar nuestras heridas emocionales. Y el gran cicatrizante de estas heridas es el perdón, ya sea pedir perdón, perdonar o perdonarte a ti mismo.
El gran objetivo del pasado es convertirse en aprendizaje. Como decía Harold McMillan, ojalá todas las personas usaran su pasado como trampolín, y no como sofá.
Aceptar el futuro implica aceptar la incertidumbre como un factor a gestionar. Requiere caminar con Esperanza y Confianza, no con expectativas ni exigiendo certezas a la vida. Esperanza como motor y Confianza en mí y en mis posibilidades como gasolina.
Y como la confianza no es seguridad, se apoya en dos bastones: si lo hago mal, puedo pedir perdón y corregir; si no sé qué hacer, puedo pedir ayuda.
Soñar es importante. Los sueños son esenciales para ponernos en marcha, para impulsarnos a la acción y para orientarnos en la dirección. Pero poner nuestra felicidad en el logro de nuestros sueños es vivir con ansiedad hasta que se logran, y con frustración cuando no se logran. Nos roba toda posibilidad de gozar el presente.
Por último, aceptar el presente implica aceptar la vulnerabilidad. Somos poderosos, pero no omnipotentes.
Cuando hemos logrado estar en paz con el pasado y mirar el futuro con Confianza y Esperanza, podemos vivir el presente con Liviandad. Es decir, gozando los momentos gozables y gestionando los momentos difíciles, recordando que son eso, momentos, y los momentos pasan, no son eternos. Nadie quiere jugar al fútbol como pelota, pero muchas personas, demasiadas, viven su vida siendo la pelota del partido de su vida, dependiendo siempre de dónde las lleva la patada que les dan.
Cuando logramos vivir sin que el pasado nos pese, sin que el futuro nos angustie y sin que el presente nos agobie, estaremos alcanzando la sabiduría del Bienvivir. Aunque en ese reto, todos somos aprendices permanentes.
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